Nadie recuerda con exactitud cuál fue la primera vez que un auto tomó una curva derrapando para ganarle instantes al destino. Lo que sí sabemos es que, desde entonces, hubo quienes decidieron entregarse de cuerpo entero a esa sensación. Pilotos. Mujeres y hombres capaces de ver en la velocidad algo más que un resultado: una forma de habitar el mundo.
Por: Prensa Collino
El 24 de junio se celebra en Argentina el Día del Piloto, en honor al nacimiento de Juan Manuel Fangio, el quíntuple campeón mundial que desde Balcarce marcó una época y transformó el automovilismo para siempre. Su legado no solo se mide en trofeos, sino en el fuego sagrado que encendió en miles de corazones sobre ruedas.
Ese fuego continúa viajando generación tras generación. Y a veces, se transmite en silencio.
En Collino, sabemos de pilotos. De los que se ensuciaron las manos en el taller familiar mucho antes de girar una sola vuelta. De los que fueron hijos de pilotos, y hoy le devuelven a la pista todo lo que alguna vez les enseñaron en casa. De los que sintieron desde niños que el rugido de un motor podía marcar el ritmo de sus propias vidas.
Beppy y Leo Collino no solo crecieron en medio del metal y la ingeniería aplicada al rendimiento. También lo hicieron viendo correr a su padre, un apasionado del Midget que dejó una huella profunda en la historia familiar. Esa raíz compartida es mucho más que anécdota: es la base de una forma de entender el movimiento, el riesgo, el trabajo en equipo y la pasión por hacer.



Y aunque el tiempo los ha llevado por caminos distintos —entre suspensiones, talleres, desarrollo de productos o días enteros de oficina—, todos llevan dentro ese instinto particular que solo quienes se subieron a un auto de carreras pueden reconocer en los otros.
El homenaje en redes sociales al piloto favorito de Collino, Vicente Cipolatti:
Hoy, Día del Piloto, queremos homenajear no solo a Fangio ni a los nombres históricos del automovilismo. Queremos homenajear a quienes corren con el corazón abierto. A los que se suben sabiendo que no siempre se gana, pero que siempre se aprende.
Y eso, por acá, lo tenemos muy presente.
